Los científicos han demostrado que la ira, el estrés, la ansiedad y la depresión no sólo afectan el funcionamiento del corazón, pero también aumentan el riesgo de enfermedad cardiaca. El derrame cerebral y ataques al corazón son los productos finales del daño progresivo a los vasos sanguíneos que irrigan el corazón y el cerebro, un proceso conocido como arteriosclerosis. La arteriosclerosis progresa cuando hay altos niveles de sustancias químicas en el organismo llamadas citoquinas pro inflamatorias en el cuerpo.
Ahora, los investigadores han estudiado los circuitos neuronales subyacentes de este proceso, e informan sobre sus hallazgos en la edición actual de la revista Biological Psychiatry. "Basándose en la observación de que muchas de las mismas áreas del cerebro implicadas en la emoción también participan en la detección y regulación de los niveles de inflamación en el cuerpo, la hipótesis de que la actividad cerebral vinculada a las emociones negativas, específicamente los esfuerzos para regular las emociones, se relacionaría con las señales físicas de riesgo para la enfermedad cardíaca", explicó el doctor Peter Gianaros, profesor asociado de la Universidad de Pittsburgh y el primer autor del estudio.
Para realizar este estudio, se reclutaron 157 voluntarios adultos sanos a quienes se les pidió regular sus reacciones emocionales ante las imágenes desagradables que verían, mientras era medida su actividad cerebral. Los investigadores también escanearon sus arterias para detectar signos de arteriosclerosis para así evaluar el riesgo de enfermedad cardíaca y midieron los niveles de la inflamación en el torrente sanguíneo, un importante factor de riesgo fisiológico para la arteriosclerosis y la muerte prematura por enfermedades del corazón.
Encontraron que los individuos que mostraban una mayor actividad cerebral al regular sus emociones negativas, también presentaban niveles elevados de interleucina-6, una de las citoquinas pro inflamatorias del cuerpo, y el aumento de espesor de la pared de la arteria carótida, un marcador de la arteriosclerosis. Los niveles de inflamación mostraron el vínculo entre los signos de arteriosclerosis y los patrones de actividad cerebral observados durante la regulación emocional. Los resultados fueron significativos incluso después de controlar diferentes factores, como la edad, el sexo, el tabaquismo y otros factores de riesgo de enfermedad cardíaca convencionales.
"Estos nuevos hallazgos están de acuerdo con la creencia popular de que las emociones están conectadas a la salud del corazón", dijo Gianaros. "Creemos que la base mecánica para esta conexión puede estar en el funcionamiento de las regiones del cerebro importantes para regular tanto la emoción y la inflamación".
Estos hallazgos pueden tener implicaciones para los esfuerzos de prevención e intervención basada en el cerebro para mejorar la salud del corazón y proteger contra las enfermedades cardíacas. "Es notable ver los vínculos que se desarrollan entre los estados negativos emocionales, los circuitos del cerebro, la inflamación y los marcadores de la mala salud física", dijo el doctor John Krystal, editor del biológica al si Biological Psychiatry. "A medida que se identifican los principales mecanismos que vinculan el cerebro y el cuerpo, también se puede romper el ciclo a través de los que el estrés y la depresión perjudican la salud física".
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