Para librarnos del dichoso virus que nos acecha cada invierno, los médicos recomiendan que nos acerquemos al centro de salud más cercano. Basta con un pinchacito para que nos vayamos a casa con un escudo contra la fiebre y el dolor de cabeza que provoca.
Pesadilla para unos o simple trámite para otros, la vacuna de la gripe es una gran desconocida. ¿Qué hace falta para elaborar el líquido que nos inyectan en el brazo?
Podemos comenzar la lista de ingredientes por el final. Con la ‘v’: el virus de la gripe. Para que tu sistema inmune se vaya acostumbrando al agresor, la jeringuilla lleva una carga importante del enemigo. Los virus se componen básicamente de una cápsula proteica que envuelve su material genético y una especie de ganchos para anclarse a las células. En la parte externa de esta cobertura se encuentran las proteínas que actúan como antígenos, es decir, provocan la producción de anticuerpos.
El problema es que hay miles de posibles variantes del virus y cada año puede aparecer una distinta. Por eso, Organización Mundial de la Salud (OMS) consulta a 141 laboratorios de todo el mundo para asegurarse de que acierta.
Como elaborar el mejunje final puede llevar hasta seis meses, la OMS elige cuatro cepas unos nueve meses antes de la temporada de infección. Dos de ellas son de tipo A (afectan tanto a humanos como a animales) y dos de tipo B (que principalmente atacan a las personas).
El siguiente ingrediente es el timerosal, un compuesto químico que contiene mercurio y que sirve como antiséptico y antifúngico. Esta molécula no tiene efecto sobre el cuerpo (acaba descomponiéndose), sino que se utiliza para mantener el líquido libre de bacterias y hongos. Resulta especialmente útil cuando la vacuna es multidosis porque la aguja se inserta varias veces en el frasco.
Casi en la mitad de la lista se encuentran las proteínas de huevo. Los fabricantes cultivan los virus de la gripe en huevos de gallina fertilizados, en el líquido alantoideoque se encuentra entre el embrión y la cáscara.
Los extraen después el fluido y lo centrifugan para separar la parte acuosa de los sólidos. Los virus, más densos que el resto de las moléculas, precipitan los primeros y se depositan en el fondo del recipiente, de donde se recogen con cuidado. Sin embargo, acaban colándose algunas proteínas (totalmente inocuas) en las vacunas.
La gelatina es otro de los componentes. En este caso procede de colágeno animal, más concretamente de los cerdos. Su función es mantener el resto de compuestos estables durante el almacenamiento y el transporte. Que no te asuste su origen: no tiene ningún efecto adverso, a no ser que seas alérgico. Lo sabrás porque se trata de la misma sustancia que contienen los ositos y las nubes de gominola, aunque en menor concentración.
Y quedan dos moléculas, el formaldehido y el octilfenol etoxilado. El primero facilita el movimiento de las proteínas del virus para que mantenga sus propiedades infecciosas y el último solo sirve para mantener a raya a los lípidos que se desprenden cuando el virus se multiplica.
La próxima vez que vayas a ponerte la vacuna de la gripe, piensa en el largo proceso de elaboración y la cantidad de huevos sacrificados por el camino. Quizá así puedas distraerte del dolor.
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