Científicos trabajando en una impresora 3D | Foto: Made In Space
En el quirófano todo está listo para llevar a cabo el transplante. El equipo médico enciende la impresora, la carga con tintas celulares y la impresión en tres dimensiones del riñón que va a recibir el paciente comienza, célula a célula.
De hecho, ya se han logrado imprimir tejidos oculares y corazones completos. Además de que los neurocirujanos y otros especialistas podrían usar modelos 3D realizados a partir de un escáner cerebral del paciente para practicar la intervención quirúrgica antes de entrar a la sala de operaciones.
A la vista de las aplicaciones que se barajan para la impresión en tres dimensiones, podría decirse que el único límite para esta tecnología es la imaginación. Entre otras cosas porque cualquier circuito electrónico puede ser impreso en un material flexible como el grafeno, lo que permitirá fabricar periódicos flexibles, camisetas que monitoricen nuestro corazón y nuestros parámetros fisiológicos y se lo transmitan al médico en tiempo real, además de placas solares flexibles y muy eficientes que se adapten a cualquier forma.
Sin ir más lejos, ingenieros del Centro de Investigación de Palo Alto han construido máquinas de rayos X portátiles con esta tecnología. En la Universidad de Lund ya hay una banda de música que ha impreso en tres dimensiones la guitarra, el bajo, el teclado y la batería, obteniendo así instrumentos musicales diseñados con muchísima más precisión, según su creador Olaf Diegel.
Hace tres años, ingenieros de la Universidad Southampton surcaron el cielo con el primer avión manejado por control remoto. En octubre de 2014, Local Motors, una compañía con sede en Arizona, creó Strati, el primer autómóvil del mundo producido con una impresora 3D. Y solo necesitaron 44 horas de impresión para la carrocería, hecha de material sintético reforzado con fibra de carbono.
A nivel doméstico la nueva tecnología también tendrá impacto. Por ejemplo, los muebles de Ikea podrían llegar a nuestros hogares sin necesidad de transporte ni montaje a través de una impresora doméstica que fabrique la pieza en cuestión capa a capa, con un acabado perfecto. A esto hay que sumarle que Paco Morales, chef español, se ha unido a un equipo de arquitectos para crear una impresora 3D de alimentos que usa materiales comestibles como mantequilla, chocolate o queso. Dicho de otro modo: la impresora de comida podría ser el próximo electrodoméstico gastronómico de moda.
Por su parte, la NASA también confía en que la impresión en tres dimensiones pueda cambiar el futuro de la exploración espacial. En esencia porque, en lugar de transportar pesados objetos al espacio, los futuros expedicionarios del cosmos podrían ir cargados únicamente con impresoras tridimensionales capaces de imprimir sondas, robots y todo tipo de instrumentos y estructuras. De momento, estos dispositivos ya se están poniendo a prueba en la Estación Espacial Internacional en condiciones de ingravidez.
VOTAME EN BITACORAS SI TE GUSTÓ ESTE POST
No hay comentarios :
Publicar un comentario