El Instituto Francis Crick costará 850 millones y buscará nuevos remedios para las enfermedades más comunes
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De momento no se ven ni tubos de ensayo, ni microscopios, solo contenedores de escombro y sacos de hormigón. Para sir Paul Nurse, premio Nobel de Medicina y presidente de la Royal Society, el material de laboratorio es lo de menos. Lo primordial es el talento científico. Crear un entorno en el que además de bacterias, protozoos y algas florezcan profesionales dispuestos a realizar grandes descubrimientos y desarrollarlos de tal manera que puedan repercutir positivamente en la salud del hombre.
Con ese loable y ambicioso propósito, Nurse se pone al frente del Francis Crick Institute, que abrirá sus puertas el próximo año 2015 en Londres, convirtiéndose en el mayor centro de investigación médica del mundo.
Tras la British Library y a un tiro de piedra de la estación internacional de San Pancras, el edificio, cuyo diseño se asemeja más al de un centro comercial que al de un laboratorio, se convertirá en el hogar de 1.400 científicos provenientes de todo el mundo y 120 grupos de investigación.
Un espacio común y abierto
La distribución del espacio constituye en sí una auténtica declaración de intenciones. Atrás quedaron esos cuchitriles de laboratorios donde se investigaba a puerta cerrada. Colaboración e intercambio sustentan los pilares del instituto. Traducido en términos de construcción implica un edificio principalmente de cristal, con amplias pasarelas, espacios comunes en el centro y laboratorios abiertos en los laterales donde nada se interponga entre el capital humano. En definitiva y en palabras del propio Nurse «una anarquía creativa».
«Este instituto fue concebido como una manera de fomentar la colaboración y el trabajo interdisciplinario», explica el director del Instituto de Francis Crick, durante una presentación ante la prensa internacional.
La sensación de transparencia y apertura no solo definirá la relación de los trabajadores, sino también cómo estos hacen al ciudadano de a pie partícipe de sus descubrimientos. Se construirá una sala para exposiciones, un teatro para organizar conferencias y un laboratorio de enseñanza donde los alumnos de colegios puedan explorar las innovaciones biomédicas.
«Es simbólico y estético. Literalmente estamos tratando de abrir la comunidad biomédica y hacerla más transparente», continúa un cercano y pausado Nurse.
120 millones anuales
La construcción del edificio ha costado 850 millones de euros y su funcionamiento requerirá 120 millones de euros anuales. Pero aquí las cifras son lo de menos. Lo importante es cómo transformará la manera en que trabajan los científicos biomédicos.
«Hay un montón de espacios compartidos. Una de las cosas que intentamos hacer es que la gente se mezcle. Si tienes colegas brillantes, es importante que interactúes con ellos», comenta el doctor Richard Treisman, director del Instituto de investigaciones de Londres del Cancer Research UK, uno de los socios fundadores, junto con el Medical Research Council, el Wellcome Trust y tres universidades de Londres (University College, Imperial College y KingŽs College.
La lucha contra el cáncer, por supuesto, figurará como uno de los principales campos de investigación, pero no el único. «El cáncer es un objetivo para nosotros, no obstante, también lo son las enfermedades cardíacas, las infecciones y las afecciones neurodegenerativas; nosotros no haremos falsas promesas como han hecho otros porque todas estas alteraciones son complicadas, aunque se van mejorando en términos de 10, 20 y 30 años», explica Nurse. Quizá esa actitud cauta hacia el futuro tenga que ver con su propia experiencia. Que uno de los mayores expertos en genética descubra a los 58 años por un simple trámite burocrático, que su hermana era en realidad su madre y que los que le educaron resultaban ser sus abuelos, resulta cuanto menos sorprendente. Y por ello se empeña en recalcar que no hay nada escrito y que lo importante es aplicar los descubrimientos a la vida real.
Nurse emplea el término «translation» para referirse a la vinculación entre investigación y los sectores farmacéutico y biotecnológico para desarrollar medicamentos eficaces. «Queremos ser los primeros en descubrimientos útiles. Hacerlos accesibles. ¿Para qué sirve descubrir algo si luego no tiene una aplicación directa en el desarrollo de tratamientos? A eso me refiero con “translation”».
Expectación internacional
El instituto, cuyo nombre homenajea a otro Nobel de Medicina,Francis Crick (1916-2004), descubridor, con James Watson, de la estructura molecular del ADN en 1953, pretende además formar y exportar científicos. Desde graduados universitarios estudiantes de doctorado e investigadores post-doctorales. John Cooper, jefe operativo del instituto, asegura que la inauguración del centro científico está ya provocando gran expectación en la comunidad médica y científica internacional. «Nos llegan peticiones de todo tipo procedentes de todo el mundo; la mitad de los científicos, seguramente, provendrá del extranjero», asegura.
Fuente: ABC Ciencia
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