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lunes, 14 de mayo de 2018

¿Por qué nos da el bajón cuando llega el invierno?

Estás decaído y no hay quien te libre del sueño. Tranquilo, no eres el único. Con los cambios invernales de los ciclos de luz y oscuridad nuestro reloj interno se descoloca. Sin un poco de claridad matutina el cerebro no sabe si debe despertarse o seguir dormido.
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Han llegado el invierno, la lluvia y los fines de semana de manta y sofá. El frío nos hace estar decaídos y apáticos. O quizá lo que mine nuestro estado de ánimo no sea tener que cargar con el paraguas todo el día, ni saltar ante los pasos de cebra para que los coches no nos calen los pies. La culpa la tiene la oscuridad.
Los científicos han descrito este cambio físico y psicológico (qué también incluye más hambre y sueño de los habituales) como Trastorno Afectivo Estacional o TAE, por su acrónimo. Los síntomas vienen provocados por un desajuste entre los ritmos circadianos del cuerpo y las horas de puesta y salida del sol.

Fue descrito por primera vez en los 80 por el médico de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón Alfred Lewy, que lo compara con una especie de ‘jet lag’ de cinco meses. Aunque algunos científicos aún dudan de su existencia, se ha comprobado que cierto porcentaje de la población presenta el cuadro que lo caracteriza.
La teoría más extendida sobre su causa es la llamada hipótesis del cambio de fase. Nuestro cuerpo produce la hormona melatonina durante la noche, lo que nos hace tener sueño cuando oscurece.
Por el contrario, cuando nos levantamos por la mañana, la luz del sol activa unos receptores especiales en los ojos que informan al cerebro de que debe dejar de segregar esta hormona. En otras palabras, le avisan de que es hora de despertar. Este momento marca el ritmo de tu reloj interno o ritmo circadiano, controlado por una zona del cerebro llamada núcleo supraquiasmático.
En las épocas en que amanece más tarde, se produce un desajuste entre las agujas de nuestro reloj corporal y el ciclo de sueño-vigilia. Nos despertamos alrededor de la misma hora durante todo el año, pero hay temporadas durante las que no recibimos claridad suficiente, así que continuamos medio dormidos.
Lo que todavía no se conoce muy bien es la relación entre este desfase y síntomas como la depresión. Investigaciones recientes revelan que las personas que sufren TAE tienen unos niveles muy bajos de serotonina (la hormona de la felicidad) y altos de cortisona, la responsable del estrés. Esto explicaría que andemos como almas en pena.
Tampoco se sabe por qué algunos individuos padecen los síntomas y otros no. En general, se ha demostrado que las mujeres tienen una mayor tendencia a experimentar el trastorno. Y también los jóvenes.
Si eres uno de los desafortunados a los que se les hace cuesta arriba seguir con su ritmo de vida habitual, puedes recurrir a los clásicos: el café, los suplementos vitamínicos y el chocolate. Aunque existen otros remedios alternativos menos conocidos.
Una estrategia bastante efectiva es la fototerapia. Consiste, básicamente, en sentarse durante una media hora frente a una lámpara especial. El aparato emite ondas luminosas en un amplio espectro de frecuencias, con un efecto parecido al de la claridad natural.
Si te cuesta levantarte, basta con una dosis matutina para poner en hora tu reloj interno. Sin embargo, si tu problema es que tienes sueño demasiado pronto por la noche, se aconseja tomar un poco de luz por la tarde. Si tienes dudas puedes hacerte un test de melatonina para determinar qué posología te corresponde.
En todo caso, consuélate con que es pasajero. El invierno termina por dar paso a la primavera. Aunque con ella llega la astenia primaveral. Entre unas cosas y otras no levantamos cabeza.

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