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jueves, 30 de enero de 2014

El vórtice polar que se muerde la cola, el ejemplo de cómo nos estamos cargando el planeta

¿DE DÓNDE VIENEN LAS HELADAS EN EEUU Y OLEAJE EN EL ATLÁNTICO?

¿Qué demonios está pasando para que en EEUU los termómetros marquen decenas de grados bajo cero? ¿Qué sucede cuando tornados árticos barren zonas de Escandinavia que nunca antes habían visitado? ¿Por qué el oleaje ha entrado en el casco histórico de San Sebastián y ha matado a varias personas en toda España? La culpa es de un vórtice polar que nosotros hemos contribuido a desplazar.

Vórtice polar sobre EEUUVórtice polar sobre EEUU | Foto: NOAA / NASA Proyecto GOES

Poca gente puede explicar algo sobre la teoría del caos, pero la mayoría de gente sabe aquello del aleteo de mariposa en Japón que genera un huracán en Florida. Como en la tan manida frase, la naturaleza es una gigantesca pescadilla que se muerde la cola, donde cada pequeña acumulación de hechos aislados y aparentemente insignificantes responden a una enorme consecuencia de proporciones incontrolables.

El cambio climático es patente estos días en varios continentes: EEUU está viviendo la práctica congelación de todo su norte, con oscilaciones de hasta 77 grados de temperatura (sí, en la escala Celsius). Olas gigantes han barrido la costa atlántica española, por no citar la alerta roja en el litoral portugués. El centro de Europa ha vivido en pocos meses inundaciones y heladas casi de récord. El sur de las islas británicas se ha visto amenazado por la fuerza del mar de una forma nunca vista. En apenas dos años se ha batido el récord de registro más caluroso del planeta y se han detectado gigantescos lagos subterráneos en los polos.

Si sumas los puntos verás el dibujo: que nos estamos cargando el planeta no es nuevo, y que el calentamiento global es una amenaza planetaria cuyas consecuencias ya sufrimos también. Y más que las sufriremos: el clima está cambiando de forma irreversible, y el desplazamiento del vórtice polar es una consecuencia más.

Espera, ¿cómo puede ser que el calentamiento global traiga más frío?

Turno para los descreídos, con otras grandes perogrulladas de la cultura popular: en invierno hace frío, y en verano hace calor. Efectivamente, aunque los medios acabemos hablando de las olas de calor en agosto y de las olas de frío en invierno -cuando lo noticioso sería lo contrario, al menos en este Hemisferio-, eso es así. Es más, las espectaculares fotos de Michigan helado resulta que eran del año pasado, cuando no hubo ningún temporal como este en EEUU, con desvío de vórtice polar incluido.

Empecemos por el principio: ¿qué es eso del vórtice polar? Es una gigantesca concentración de bajas presiones que se localiza en los polos, donde las temperaturas son extremas. Lo que está pasando en el 'norte' del planeta es que algo ha desplazado ese vórtice, sacando el viento helado de sus coordenadas habituales a pasearse por el continente americano y, de rebote, generando enormes corrientes de viento en el Atlántico Norte.

¿Y porqué se ha salido de su ruta habitual? Porque ha chocado con un gigantesco frente de altas presiones localizado entre Canadá y Groenlandia, producto de la acumulación del calor. Vale, entonces es algo insusual... Sí, pero cada vez más frecuente: ha pasado más veces en los últimos años que en las últimas décadas, según los expertos.

Pero no sólo está pasando eso en los polos: cada vez se acumula en ellos más calor, lo que contribuye a que se deshaga el hielo 'continental', subiendo el nivel del mar, que vuelva a formarse en alta mar -atrapando, por ejemplo, a barcos de exploración antártica-, y que varíe la fisonomía térmica de las zonas que equilibran el clima del planeta entero.

¿Y qué sucede si se deshace el hielo? Que se convierte en agua, y que el agua absorbe el calor del Sol, formando núcleos de altas presiones como el que ha desplazado al vórtice polar, ya que el hielo refleja la luz solar, disminuyendo la acumulación de calor. Así es como el cambio climático contribuye, colateralmente al calentamiento global, a un enfriamiento puntual y radical.

Por terminar con las preguntas, ¿qué pasa cuando hace frío, nieva y hiela? Que cubrimos las calles y las carreteras con sal. Por dar cifras, en EEUU calculan que salen a unas 22.000 toneladas de sal al año. Cuando el hielo se funde y la sal se descompone, el sodio acaba perdiéndose, pero el cloruro penetra en el suelo y 'contamina' el agua subterránea, incluyendo la que más tarde consumimos. Nosotros, y la fauna y flora. Ahora echa cuentas de cuánto exceso de sal, de origen no natural, echamos al planeta y sus posibles efectos.

Y vuelve la pescadilla a morderse la cola.

Por desgracia mientras todo esto pasa nos quedamos quietos. El protocolo de Kioto murió de inanición, y las sucesivas cumbres del clima han acabado ocupando más papel en la prensa que en la lista de acuerdos y soluciones prácticas. Toda la labor de concienciación acaba en poco más que en grandes titulares de vez en cuando: que viene una ciclogénesis explosiva (cuando todas las ciclogénesis son, por definición, explosivas), una ola de calor o una ola de frío. Fenómenos que tienen mucho que ver entre sí, y que son gritos de la naturaleza, cada vez más fuertes, que seguimos empeñados en no querer escuchar.