La ciencia ha avanzado mucho en los últimos años en el campo de la salud y nos ha descubierto impactantes descubrimientos como el que hoy presentamos. ¿Sabes cuáles son los efectos que el azúcar y otros derivados de la glucosa producen en nuestro cerebro?
La ciencia actual nos ofrece nuevas respuestas a la pregunta anterior y los resultados obtenidos no son muy esperanzadores: los efectos del azúcar en el cerebro humano no difieren demasiado de los que sufre un adicto a algún tipo de droga, como el tabaco o el alcohol.
En el año 2013 un grupo de investigación formado por miembros de la Universidad de Connecticut realizó un importante descubrimiento. Según sus estudios los alimentos ricos en azúcar y ciertos tipos de grasas pueden llegar a ser tan adictivos como la heroína o la cocaína, ya que producen estímulos en el cerebro de manera parecida a como lo hacen estas drogas. Algunos expertos opinan que estos alimentos representan un riesgo enorme para la sociedad, ya que a diferencia de otras sustancias ilegales, estos se encuentran al alcance de la mano para cualquier persona.
A continuación, en el siguiente gráfico vamos a comparar varios cerebros, el de una persona normal sana, el de una persona con problemas de obesidad y el de un hombre que tiene adicción a la cocaína. El cerebro de la persona normal presenta bastante más cantidad de dopamina, que es la sustancia que hemos resaltado en color rojo (ver imagen). Este elemento químico se origina en la zona del cerebro que está relacionada con el concepto de recompensa, según explica el diario Mic.
Cuando alguien está experimentando una sensación que le resulta muy placentera, por ejemplo, mientras está saboreando una comida realmente deliciosa, sus niveles de dopamina alcanzan sus valores máximos. Sin embargo, para una persona que tiene una adicción ocurre justamente lo contrario: ese nivel de dopamina sólo llega anticipándose a la recompensa, no actuando al mismo tiempo que el estímulo en sí. Por eso, una vez que la persona adicta consume, no consigue alcanzar los niveles de una persona normal, porque su cerebro previamente ha sido invadido por la dopamina.
El escáner realizado nos indica que las personas que tienen algún tipo de adicción presentan un menor número de receptores de dopamina en su cerebro, por lo que éste envía señales más débiles ante estímulos que se relacionan con la felicidad o la recompensa.
Y así precisamente es como actúa el azúcar ante nuestro cerebro, debilitando a las células responsables de estas señales y comportándose exactamente igual que una adicción grave como el tabaquismo, el alcohol o el consumo de cocaína. Así que ya sabes, si te gustan mucho los dulces, consúmelos con moderación.
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A continuación, en el siguiente gráfico vamos a comparar varios cerebros, el de una persona normal sana, el de una persona con problemas de obesidad y el de un hombre que tiene adicción a la cocaína. El cerebro de la persona normal presenta bastante más cantidad de dopamina, que es la sustancia que hemos resaltado en color rojo (ver imagen). Este elemento químico se origina en la zona del cerebro que está relacionada con el concepto de recompensa, según explica el diario Mic.
Cuando alguien está experimentando una sensación que le resulta muy placentera, por ejemplo, mientras está saboreando una comida realmente deliciosa, sus niveles de dopamina alcanzan sus valores máximos. Sin embargo, para una persona que tiene una adicción ocurre justamente lo contrario: ese nivel de dopamina sólo llega anticipándose a la recompensa, no actuando al mismo tiempo que el estímulo en sí. Por eso, una vez que la persona adicta consume, no consigue alcanzar los niveles de una persona normal, porque su cerebro previamente ha sido invadido por la dopamina.
El escáner realizado nos indica que las personas que tienen algún tipo de adicción presentan un menor número de receptores de dopamina en su cerebro, por lo que éste envía señales más débiles ante estímulos que se relacionan con la felicidad o la recompensa.
Y así precisamente es como actúa el azúcar ante nuestro cerebro, debilitando a las células responsables de estas señales y comportándose exactamente igual que una adicción grave como el tabaquismo, el alcohol o el consumo de cocaína. Así que ya sabes, si te gustan mucho los dulces, consúmelos con moderación.
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