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domingo, 7 de diciembre de 2014

Lo que los algoritmos de búsqueda no ven: una internet debajo de internet

Quizá te suene el concepto de 'deep web'. Los medios de comunicación lo mencionan de cuando en cuando, casi siempre asociado a un delito: tráfico de armas, compraventa de documentos, redes de pedofilia... La internet profunda esconde todo un universo de datos oculto a nuestros navegadores, pero, ¿qué es exactamente la deep web?

Debajo del internet que vemos hay mucho másDebajo del internet que vemos hay mucho más | Foto: Wikipedia



En los primeros años de la web los internautas tenían que conocer las direcciones de las páginas que querían visitar. Luego nacieron los primeros buscadores, como Altavista o InfoSeek, que empezaron a ordenar el caos virtual primigenio.
En los años sucesivos, y a medida que aumentaban el número de páginas web, el negocio de los buscadores se fue haciendo más y más prometedor. Altavista creció a una velocidad de vértigo, pero entonces, el 4 de septiembre 1998, nació una empresa llamada Google Inc. En solo dos años, esta joven start up superaría a todos los competidores, convirtiéndose en el buscador más popular del mundo (y, con el tiempo, también en la empresa más valiosa) .
La clave de aquel prodigioso ascenso puede resumirse en una palabra que es, además, una marca registrada y que es, también, una fórmula.
PR(A) = (1-d) + d (PR(T1)/C(T1) + ... + PR(Tn)/C(Tn))
Ésta es solo una parte del algoritmo 'mágico' de Google (dicen que solo la cúpula de la empresa conoce la fórmula completa). Su nombre: pagerank. Su poder: determinar la importancia de una determinada página en función de los términos de búsqueda. Es decir: jerarquizar internet.
¿Toda?
Pues no. Porque hay una aldea de irreductibles datos que permanecen ocultos a los ojos de Google y, por supuesto, también de todos los demás buscadores. Y no es una aldea pequeña precisamente. Se calcula que el 95% del contenido de la red permanece, digámoslo así, fuera del radar.
Imagina un iceberg. Sobre el agua, en la parte visible desde la superficie están las redes sociales, los blogs, los medios de comunicación, las wikis, las páginas corporativas y comerciales. A eso se le llama la 'surface web'.
¿Y quién habita entonces las profundidades de internet? ¿Quién conforma el resto del iceberg que sale de nuestro campo visual? Fundamentalmente bases de datos, publicaciones académicas, disidentes políticos y delincuentes de toda clase. Dicho de otro modo: la 'deep web' es la parte de internet donde se mueven quienes no quieren ser encontrados, sea su causa lícita o no. Desde una comunidad de pedófilos a la CIA.
Si te estás planteando echar un vistazo a las profundidades (bajo tu responsabilidad, obviamente), debes saber que tu navegador no sirve. No puedes acceder a esos sitios a través de Chrome o Firefox. Se requieren herramientas específicas y, de todas ellas, la más popular es la llamada TOR (acrónimo de The Onion Router).
Se trata de una red diseñada por el Laboratorio de Investigación Naval de los Estados Unidos con el objetivo de proteger las comunicaciones del Gobierno. Hoy permite a usuarios de todo el mundo comunicarse sin revelar su dirección IP (que, como sabrás, es nuestra matrícula virtual). El proyecto está sustentado por una organización sin ánimo de lucro de ciberactivistas que trabajan por una internet libre de controles.
TOR es una valiosa herramienta para los disidentes políticos, ya que les permite establecer comunicaciones (entre ellos y también con, por ejemplo, periodistas) de manera mucho más segura que a través de la internet tradicional. Pero es también el hogar de todo tipo de cibercriminales. Aquí se puede comprar un pasaporte falso, droga o incluso una pistola. La divisa más habitual es el bitcoin, una moneda virtual nacida en 2009 que poco a poco va implantándose también en la web de superficie.
En julio de este año, TOR fue declarada ilegal en Austria después de que una operación policial sacase a la luz una red de distribución de pornografía infantil. El juez alegó que TOR había contribuido, de manera decisiva, a la ejecución de los hechos.
Hay, por tanto, una internet debajo de internet, un complejo entramado de fórmulas diseñadas para evitar miradas indiscretas ¿Es peligrosa la deep web? La respuesta sencilla sería "sí". Pero lo cierto es que la internet profunda, como la de superficie, no deja de ser una herramienta. Lo peligroso, en internet y fuera de ella, somos nosotros, algoritmos aparte.

Fuente: Cienciaxplora


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